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| "Los Comuneros de Castilla en el patíbulo" |
Tal día como hoxe no ano 1834 nacía o pintor español Antonio Gisbert.
Recordamos esta obra súa "Los Comuneros de Castilla en el patíbulo", que se encontra na segunda planta do Congreso.
19 dic 2012
12 dic 2012
Edvard MUNCH
Tal día coma hoxe nacía en Loten (Noruega) no ano 1863 o pintor expresionista Edvard MUNCH
"Mi arte da sentido a mi vida"
(Edvard MUNCH)
O fusilamento de Torrijos
AUTOR: Antonio Gisbert
DATA: 1888
TÉCNICA: Óleo sobre lenzo
ESTILO: transición romanticismo realismo
LOCALIZACIÓN: Museo del Prado
Antonio Gisbert Pérez naceu en Alcoy no 1835 e morreu en París no 1902, pintor de temática histórica encadrado na época de transición entre o romanticismo e o realismo. Estudiou na Real Academia de Belas Artes de San Fernando en Madrid trasladándose posteriormente a París. Permaneceu tamén por espacio de cinco anos (1855-1860), en Roma para continuar os seus estudios donde obtivo unha pensión para costearse a súa estancia.
Gisbert representa unha tendencia pictórica da segunda metade do século XIX, a pintura de grandes acontecementos en relación coa historia dos seu país. Se trata da "pintura de historia" ou "realismo retrospectivo" cuxa pretensión era representar con realismo acontecementos do pasado histórico nacional.
Esta obra representa os ideais liberais, Gisbert co fusilamento de Torrijos fixo un alegato en defensa da liberdade, en contra do autoritarismo. Gisbert estaba vinculado ao partido progresista polo que esta pintura convertiríase nunha icona do seu tempo. O lenzo foi encargado polo goberno liberal de Práxedes Mateo Sagasta, durante a rexencia de María Cristina.
José María Torrijos (1791-1831) foi capitán de Valencia e ministro da guerra durante o Trienio Liberal (1820-1823), tendo que exiliarse ao recuperar o poder absoluto Fernado VII. Desde Inglaterra conspirou sucesivas veces contra o monarca. O gobernador Vicente González Moreno ofreceulle o seu apoio si embarcaba desde Xibraltar en dirección a Málaga con sesenta homes da súa confianza. Dito apoio converteuse en traición pois Torrijos e os seus homes foron abordados e obligados a desembarcar en Fuengirola. Foi apresado o 11 de decembro de 1831 e foi fusilado xunto aos seus homes nas praias de Málaga por traición e sen xuízo previo.
Técnicamente Gisbert achégase ao academicismo, empregando un firme debuxo e unha simple pero estudiada composición. Os prisioneiros alinéanse de pé fronte ao espectador esperando a morte. Torrijos é a personaxe principal encabezando o grupo e facendo de vértice na composición, collendo as mans dos seus compañeiros, Flores Calderón e o ancián Francisco Fernández Golfín, ex ministro da guerra ao que está a vendar un frade.
Á dereita están o coronel López Prieto, o oficial inglés Robert Boyd e Francisco Borja Pardio. Tamén están os frades tapando os ollos aos que o solicitan e lendo textos bíblicos, mentras nun primeiro plano están os primeiros cadáveres axusticiados, recurso compositivo que nos lembra a Goya. No fondo están os soldados que esperan ordes.
Gisbert mostra na composición as sensacións a partir dos xestos das persoaxes. É de destacar tamén o encuadre, deixando fora de plano algún cadaver, clara influencia da fotografía. As cores son frías subraiando as sensacións terribles da escena e do desenlace.
4 dic 2012
Wassily Kandinski (1866-1944)
Tal día como hoxe, un 4 de decembro de 1866 nacía en Moscú Wassily Kandinski.
"O artista é a man que mediante unha e outra tecla, fai vibrar adecuadamente a alma humana"
"El artista construye
misteriosamente la auténtica obra de arte a través de una vía mística. Aislada
de él, ella toma vida propia y se constituye en algo individual, una entidad
independiente que respira en forma autónoma y posee una existencia material
real. No es casual ni un fenómeno sin importancia el que se mantenga inerte en
el mundo espiritual, ya que es una entidad dotada de fuerzas activas y
creativas. La obra de arte vive y actúa, influye en la constitución de la
atmósfera espiritual. Sólo puede considerarse si es buena o mala, desde esta
perspectiva interior. Si su forma parece mala o demasiado frágil, se trata de
que es mala o frágil para ocasionar vibraciones emocionales puras. Por otro
lado, una pintura no es buena por la precisión de sus valores, o porque provea
una división científica entre frío y calor, sino porque tiene una vida interior
completa. Un buen dibujo es aquel en que nada puede ser modificado en lo más
mínimo sin desarticular su vida interior, independientemente de que se
encuentre en discrepancia con la anatomía, la botánica, o cualquier otra
ciencia. No es cuestión de que el artista entre en contradicción con cierta
forma externa (casual, por lo tanto) sino de que necesite o prescinda de esa
forma tal y como existe naturalmente. Así deben utilizarse los colores, no
porque se encuentren o no en la naturaleza con determinado matiz, sino porque
el tono elegido sea propicio o no para el cuadro. En síntesis, el artista no
solamente puede, sino que debe usar las formas del modo que sea preciso para
sus objetivos. Esta necesidad se funda en el derecho a la libertad absoluta,
que sería ilegal sino se fundara a su vez en la necesidad. En el arte, el derecho
a esa libertad corresponde al mencionado plano interior moral. Este es, en
todos los ámbitos de la vida, (y también en el artístico, por lo tanto), un
objetivo puro.
El arte es el código que se comunica con el alma de las cosas, que es
para ella un pan cotidiano, imposible de obtener de otra manera. Si el arte no
cumpliera esta obligación, dejaría un hueco, pues no existe ningún poder que
pueda tomar su lugar.
En los períodos de ideas materialistas y, como consecuencia de ellas, de
ateísmo y fines exclusivamente prácticos, que entumecen a un alma abandonada,
emerge la postura de que el arte en sí no fue dado a la humanidad con ningún
objetivo preciso, sino que es gratuito; que el arte existe sólo por el arte
(L’art pour l’art). El lazo existente entre el arte y el alma sobrevive como
anestesiado.
En primer término, el artista debe tratar de modificar la situación,
asumiendo su obligación frente al arte y frente a sí mismo, abandonar la
postura hegemónica de la situación y subordinarse a designios más altos,
teniendo importantes, precisos y sagrados deberes. El debe educarse y sumergirse en
su propio espíritu, cuidándolo y alimentándolo de modo tal que su talento
externo tenga qué vestir y no sea como el guante extraviado de una mano
desconocida, una impostación de mano, vacía y sin significado.
El artista debe tener qué decir, pues su deber no es dominar la forma
sino amoldarla a un contenido. El artista no es un ser con prerrogativas en la
vida, no puede existir sin deberes, está sujeto a una labor ardua que a veces
le pesa como una cruz. No debe desconocer que todos sus actos, sufrimientos o
ideas, construyen la débil, pero también impertérrita y poderosa materia de sus
obras, y que por esa razón no es tan libre en la vida como en el arte.
El artista, confrontado con
lo que no lo es, tiene tres deberes:
1)
debe retribuir el talento que le fue dado
2)
sus actos, sentimientos e ideas, como los de los
otros hombres, deben constituir la atmósfera espiritual, purificarla
3)
sus actos, sentimientos e ideas deben constituir la
materia de sus obras, interviniendo en esa atmósfera espiritual.
Si el artista es el sacerdote de la belleza, debe perseguirla de acuerdo
con el analizado principio de su valor interior. Sólo puede medirse la belleza
con la vara de la grandeza y la necesidad interior, que tan útil ha sido hasta
ahora.
Bello es lo que emerge de la necesidad emocional interior. Bello será lo
que sea interiormente bello."
Fragmento "De lo espiritual en el arte" capítulo VII La obra de arte y el artista
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